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Baza: Moderna

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La conquista cristiana de Medina Baçta en 1489, antesala del final de la Guerra de Granada, trajo consigo con la posterior repoblación un cambio radical en las formas de propiedad y explotación de la tierra, abandonando su floreciente producción de azafrán y el cultivo de la morera para la obtención de la seda con la que se elaboraban sus reputadas alfombras para la oración y otras producciones artesanales, sumiendo a la ciudad en un lento pero inexorable proceso de estancamiento económico y poblacional, apenas paliado por su papel como cabecera de comarca y encrucijada de caminos.

El urbanismo de la vieja medina musulmana sufrió una importante transformación a partir del siglo XVI. Una gran importancia tuvo en ello el desolador terremoto de 1531 que arrasó más de 500 casas, según los cronistas de la época, además del afán de los nuevos pobladores cristianos por dejar la impronta de su cultura y costumbres. No menor importancia cabe darle al amplio programa constructivo desarrollado por el clero, fundamentalmente entre los siglos XVI y XVII, con la construcción de numerosas iglesias y ermitas, la mayor parte de las veces levantadas sobre las propias mezquitas musulmanas, o los conventos y monasterios de nueva planta que, literalmente, rodearon a la que antaño fuera poderosa y próspera ciudad árabe. A partir de finales del siglo XVI Baza empezó a languidecer, conociendo un leve resurgir durante el periodo de la Ilustración, coincidiendo con el reinado de Carlos III, para volver a conocer malos tiempos con la invasión francesa y las desamortizaciones posteriores que dieron al traste con gran parte de su patrimonio monumental, especialmente el religioso.

Contenidos:

La sala dedicada a la Edad Moderna ocupa el espacio del antiguo Salón Capitular del Ayuntamiento Viejo, con lo que este ámbito se convierte por si mismo en parte de la colección permanente del Museo, ya que en sus paredes atesora tanto la heráldica real (pintura mural) de Felipe II, como la capilla con el retablo que enmarca una tabla pintada, del XVI, con la imagen de La Lanzada de Cristo, sobre la que se abre una hornacina con la figura de Santa Bárbara, patrona de la ciudad. Otras piezas de interés presentes en esta sala son varios libros manuscritos, procedentes del Archivo Histórico Municipal, entre los que destaca el Libro del Repartimiento, de 1490; un conjunto de bolaños de bombarda; el arcón de las Tres Llaves; un blasón en piedra del mayorazgo de los Enríquez-Luna; o las mazas de plata, del siglo XVIII, símbolo de la autoridad del Cabildo municipal. En el pórtico o logia de entrada al Ayuntamiento Viejo se conservan cuatro recámaras de lombarda, empleadas por los ejércitos de los Reyes Católicos en el asedio de Medina Baçta en la fase final de la Guerra de Granada.

Baza: Medieval

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Desde los primeros momentos de la ocupación musulmana de la Península Ibérica, Baza o Medina Baçta recobró el esplendor o importancia que como ciudad ya tuvo en época ibérica. Las fuentes árabes contemporáneas son muy prolijas en narraciones de la riqueza de sus cultivos, como el azafrán o de sus producciones artesanales como la seda y los tejidos confeccionados con ella que eran muy cotizados en todo el Islam. Como ciudad alcanzó un importante desarrollo, del que son reflejo los restos de su Alcazaba, sus baños de La Marzuela, probablemente unos de los baños públicos urbanos mejor conservados de todo el país y una densa trama urbana de barrios o arrabales de estrechas calles y callejuelas que se extienden en derredor de la medina amurallada, bastante bien conservada a pesar de las agresiones sufridas por el incontrolado desarrollo urbanístico de los últimos años.

Contenidos:

En esta sala podemos observar una variada gama de piezas cerámicas, con diferentes decoraciones, representativas del largo periodo de presencia musulmana en Medina Baçta, tanto de época emiral, del califato, como de época almohade y nazarí, además de monedas, y objetos de uso común. Los materiales proceden, entre otros lugares, de las excavaciones urbanas que se vienen realizando en la ciudad en los últimos años y de los baños públicos del arrabal de  Marzuela, en el actual barrio de Santiago.

Baza: Visigoda

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En la última campaña de excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en la ciudad de Basti, en 2006, se descubrieron los restos de una iglesia visigoda, construida sobre los restos de una basílica romana, en el lado este del foro. Basti fue uno de los enclaves más importantes en la penetración hacia el interior de las tropas bizantinas enviadas a la Península por Justiniano I, en el año 555, en ayuda de Agila, pretendiente al trono visigodo. En sus cercanías el rey Leovigildo, en el 570, las venció en una batalla que supuso el inicio de su repliegue hacia su base de Cartagena y su posterior regreso a Bizancio.

 

En un yacimiento arqueológico conocido como El Cerro del Quemado se encontró un fragmento de mármol, con una inscripción alusiva al obispo Eusebio, uno de los obispos de la diócesis bastetana, asistente a los concilios IV, V y VI de Toledo, entre los años 633 y 638. Se trata de la primera evidencia arqueológica de la existencia de la silla episcopal bastetana.

Contenidos:

Los contenidos de esta sala se centran en los hallazgos recientes llevados a cabo en las excavaciones que se vienen realizando en Basti, que dieron como resultado el hallazgo de varias estancias en el entorno del antiguo foro romano y una posible iglesia, que han aportado piezas cerámicas de cocina y almacenamiento, elementos arquitectónicos, útiles metálicos de carácter doméstico y agrícola, e interesantes piezas de hueso, magníficamente trabajadas. Mención a parte merece el fragmento de mesa de altar del obispo bastetano del siglo VII Eusebio, encontrado en el yacimiento conocido como Cerro del Quemado.

Baza: Romana

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Con la llegada de los romanos la antigua Basti pasó a ocupar un papel secundario, como ciudad indígena de menor rango, respecto a otras ciudades de nueva creación como Acci (Guadix), si bien conservó parte de su importancia como cabecera de un amplio territorio, pero ahora sometida al pago de tributos a Roma. No obstante se mantuvo un elevado nivel de población, fundamentalmente de carácter rural, centrado en la explotación agrícola de la comarca, de lo que es reflejo la centuríación o parcelación agraria detectada en el Campo del Jabalcón, y en una importante actividad minera en la Sierra de Baza, basada sobre todo en la extracción de oro y galena argentífera (plomo y plata).

Paulatinamente el urbanismo de la vieja Basti ibera se fue transformando. Aunque se mantuvieron sus murallas, surgieron una nueva serie de edificios monumentales, propios de cualquier ciudad romana, como el templo, las termas, el foro con su característico entorno, la basílica, las tabernae, además de otros espacios de carácter doméstico y productivo, que sepultaron los restos del antiguo oppidum bastetano.

Contenidos:

En esta sala se pueden contemplar una interesante muestra de objetos de adorno personal y diversos útiles de uso doméstico. También está presente una amplia gama de la cerámica romana, ya sea como vajilla de lujo, cerámicas comunes de cocina o almacenamiento e incluso una representación de las producciones del alfar de Cueva Morenate, excavado con motivo de las obras de la autovía A-92N. El monetario romano está ampliamente representado con piezas procedentes de las diversas cecas con las que Basti mantuvo estrechas relaciones comerciales. La monumentalidad de la Basti romana está plasmada en las potentes basas de mármol procedentes del foro de la ciudad.

Baza: Ibérica II

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La antigua Baza ibérica, Basti, y todo el territorio conocido por las fuentes clásicas e investigaciones arqueológicas como la Bastetania, desempeñaron un papel clave en época ibérica en toda Andalucía Oriental y el Sureste murciano-manchego, donde controlaban las diferentes rutas que comunicaban la costa mediterránea con la Alta Andalucía y la rica zona minera en torno a Cástulo. El siglo IV a.C. supuso un periodo de especial esplendor para los bastetanos que se extendían por el área citada en donde levantaron numerosas ciudades fortificadas u oppida como la propia Basti, junto a las que se extendían ricas necrópolis, como Cerro del Santuario y Cerro Largo, en el caso de Baza o Tútugi (Galera), en donde se han recuperado en diversas excavaciones arqueológicas un variado conjunto de materiales, entre los que se encuentran gran cantidad de piezas griegas, que formaban parte de los ajuares de las tumbas y particulares ritos de enterramiento de los bastetanos, que les diferenciaban de otros pueblos iberos peninsulares. Tal es el caso de su costumbre de enterrar las cenizas de sus muertos de mayor rango social en cajas o cistas de piedra, en cráteras griegas, en estatuas‑urna, como la Dama de Baza o el Guerrero de Baza, y todos ellos además en cámaras funerarias.

Contenidos:

Esta sala se centra en la estatuaria ibérica de carácter funerario, que en el caso bastetano adquiere especial relevancia con sus estatuas-urna como la Dama de Baza (el original se encuentra expuesto en el Museo Arqueológico Nacional) o el Guerrero de Baza, torso de varón, recuperado en la necrópolis bastetana de Cerro Largo

Baza: Ibérica I

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La antigua Baza ibérica, Basti, y todo el territorio conocido por las fuentes clásicas e investigaciones arqueológicas como la Bastetania, desempeñaron un papel clave en época ibérica en toda Andalucía Oriental y el Sureste murciano-manchego, donde controlaban las diferentes rutas que comunicaban la costa mediterránea con la Alta Andalucía y la rica zona minera en torno a Cástulo. El siglo IV a.C. supuso un periodo de especial esplendor para los bastetanos que se extendían por el área citada en donde levantaron numerosas ciudades fortificadas u oppida como la propia Basti, junto a las que se extendían ricas necrópolis, como Cerro del Santuario y Cerro Largo, en el caso de Baza o Tútugi (Galera), en donde se han recuperado en diversas excavaciones arqueológicas un variado conjunto de materiales, entre los que se encuentran gran cantidad de piezas griegas, que formaban parte de los ajuares de las tumbas y particulares ritos de enterramiento de los bastetanos, que les diferenciaban de otros pueblos iberos peninsulares. Tal es el caso de su costumbre de enterrar las cenizas de sus muertos de mayor rango social en cajas o cistas de piedra, en cráteras griegas, en estatuas‑urna, como la Dama de Baza o el Guerrero de Baza, y todos ellos además en cámaras funerarias.

Contenidos:

La sala se centra en los contenedores funerarios y ajuares aportados por las necrópolis bastetanas, ya se trate de urnas cinerarias y otras piezas cerámicas indígenas, cajas de piedra (larnakes), piezas áticas de importación, armas de hierro y elementos de adorno y cuidado personal, como joyas, amuletos, ungüentarios, etc.

Baza: Prehistoria

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Baza y su comarca, aunque guardan vestigios del Paleolítico, han estado pobladas de forma intensa y continua desde el Neolítico, o expresado de forma más correcta, desde los inicios de la agricultura y la ganadería en Andalucía, en torno al VI milenio a.C. En estos momentos se ocupan aquellas zonas de nuestro territorio que ofrecen unas mejores condiciones de vida para estas primitivas economías sedentarias, como los valles fluviales y áreas de suelos de mayor calidad, tanto de la Sierra de Baza, como de la propia Hoya o altiplanicie bastetana. A partir del III milenio a.C. la Sierra de Baza, junto con otras sierras del Sureste andaluz, se convierte en uno de los focos originarios de la metalurgia prehistórica en Europa Occidental. De esta forma, a lo largo del III y II milenio a.C. (Edades del Cobre y del Bronce), numerosos poblados de agricultores, pastores y mineros se levantan a lo largo y ancho de sus estribaciones, de forma especial a lo largo de los valles de los ríos y ramblas que la surcan, explotando sistemáticamente los ricos y abundantes afloramientos de minerales de cobre de toda la Sierra de Baza, además de sus diversificados recursos naturales que han permitido subsistir en ella a una elevada población durante varios milenios. Al igual que en la fase anterior, se siguen ocupando aquellas zonas de mejores condiciones medioambientales del llano, en este caso por poblaciones dedicadas de forma exclusiva al cultivo de la tierra y el cuidado de sus ganados, con una cultura material algo diferente a sus vecinos de la Sierra.

Contenidos:

Los contenidos de esta sala se centran en los primeros agricultores y pastores en la Comarca de Baza, en lo que supuso el inicio del sedentarismo y la economía de producción. Especia atención se dedica a los inicios de la metalurgia, ya que la Sierra de Baza, conforma uno de los focos originales de la misma en Europa Occidental, con especial presencia de las Culturas de Los Millares (Edad del Cobre) y El Argar (Edad del Bronce). El recorrido por la sala termina con la llegada de las primeras cerámicas a torno y la aparición del hierro y las primeras influencias del Mediterraneo Oriental.

Descripción

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Durante la Edad del Cobre (c. 3000 a 2000 a.C) surge, en el sureste de la Península, la Cultura de Los Millares. Esta cultura, que se extendía por las actuales provincias de Almería, Granada y el sur de Murcia, consolidó la forma de vida basada en la agricultura y la ganadería y protagonizó el inicio de la metalurgia. Además, se caracterizó por el alto grado de fortificación de sus poblados, la aparición de necrópolis en el exterior de los mismos y la jerarquización de su sociedad.

A comienzos del segundo Milenio a/C , también en el Sureste peninsular, se desarrolla la Cultura del Argar, una de las más avanzadas de todo el Bronce europeo. Esta cultura, que abarca una extensión territorial mayor que la de Los Millares, presenta un alto grado de complejidad social, con un sistema de producción especializado, controlado por élites, y un patrón de asentamientos jerarquizado y orientado hacia la producción de excedentes y su redistribución o acaparamiento.

A partir del 1.300 a.C. la descomposición del mundo argárico provoca profundas transformaciones en todos los ámbitos, apareciendo nuevas manifestaciones culturales propias de otros lugares de la Península. El sureste se integra en una dinámica general dominada por el uso del bronce, los intercambios y relaciones comerciales a larga distancia. Se configuran nuevos patrones de asentamiento con poblados ubicados en zonas llanas y abiertas más adecuados para sus relaciones comerciales.

Tras el receso que supone el Bronce Final, la llegada a comienzos del I milenio a.C. de los fenicios y a partir del siglo VIII a.C. de los griegos supuso un profundo cambio cultural en la Península. La “colonización” trajo consigo nuevas estructuras económicas y sociales, el culto a nuevos dioses, el torno de alfarero, el hierro, el vidrio, la moneda, la escritura, nuevos cultivos y un urbanismo mucho más desarrollado.

Los principales lugares de procedencia de los mismos son, por una parte la Sierra de Baza, especialmente en lo que se refiere a la Prehistoria; el BIC Zona Arqueológica de Basti, compuesto por los yacimientos principales de la ciudad ibero-romana de Basti (Cerro Cepero) y las necrópolis ibéricas de Cerro Santuario y Cerro Largo, amén de otros enclaves de menor entidad; la Vega de Baza y el Campo del Jabalcón, y en menor medida las excavaciones urbanas que se vienen realizando en la ciudad en los últimos años. Así mismo posee una importante cantidad de piezas procedentes de expolios de la zona, que afortunadamente pudieron ser recuperados, tras una fructífera investigación policial, si bien carecen del adecuado contexto arqueológico.

Descripción

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Los repobladores, cristianos viejos, trajeron consigo sus costumbres foráneas. Cambió la forma de trabajar la tierra, cambiaron los cultivos, dejando paso la agricultura de regadío al cereal de secano, adquirió fuerte presencia la ganadería extensiva, y el urbanismo abigarrado de las viejas medinas dejó paso a las nuevas trazas de la arquitectura monumental del Renacimiento. Mientras tanto la población morisca, ahora relegada al papel de pueblo sometido, trataba de mantener vivo su viejo y rico legado, truncado definitivamente con su expulsión en 1609, durante el reinado de Felipe III.