Los íberos asimilaron cuantiosos rasgos característicos de diversas culturas del Mediterráneo oriental, como fenicios, griegos y cartagineses, destacándose aspectos como la cerámica, la escultura e, incluso, los rituales funerarios y su religiosidad. Dicha influencia nos llegó a través de las relaciones comerciales y de las guerras, como las Guerras Púnicas disputadas entre Cartago y Roma, que supusieron la invasión peninsular primero por Cartago y después por Roma.
Los íberos vivieron en oppida o ciudades amuralladas desde las que controlaban un amplio territorio. Socialmente se organizaban en grupos dominados por una aristocracia guerrera cuyo poder dependía de sus relaciones con los pueblos colonizadores, con quienes comerciaban o intercambiaban cereales, minerales o metales ya fundidos por objetos considerados de gran valor como joyas, cerámicas y telas y obtenían su apoyo. El resto de la población vivía bajo una fuerte dependencia de estas élites.
Esta sala se centra en los contenedores funerarios y ajuares aportados por las necrópolis bastetanas, ya se trate de urnas cinerarias y otras piezas cerámicas indígenas, cajas de piedra (larnakes), piezas áticas de importación, armas de hierro y elementos de adorno y cuidado personal, como joyas, amuletos, ungüentarios, etc.